"Llegué a la música por casualidad. Nací en Lima, pero a los 11 años viví en Huancayo. En mi nuevo colegio, mientras me quedaba refugiado en el salón, los otros niños tocaban las zampoñas con la misma alegría con la que yo jugaba fulbito con mis amigos de Lima.
Un día, un niño como yo, puso unas zampoñas en mis manos. Yo, tímidamente le dije que no era bueno para la música. Los otros niños insistieron. Desde ese momento en que sentí que era capaz de crear una melodía con mis labios, me enamoré de la música andina. Al mismo tiempo y a esa edad, mientras soñaba con ser Spiderman o el charanguista de los Kjarkas, mi ingenuidad infantil me hacía pensar que otros niños como yo podían aprender la música peruana de la misma manera como yo la había aprendido: jugando.
Veintitrés años después, lo único que me diferencia de aquel niño, es la edad. Hace más de 3 años, UNESCO me permitió buscar nuevos amigos para compartir lo que había aprendido. Estos amigos no hablan el mismo idioma que yo, tienen otras comidas y se visten distinto, pero hacemos algo que todos los niños sabemos hacer: jugar.
Un vietnamita, un chino, un turco, dos canadienses, un venezolano y un colombiano ahora juegan con mis juguetes, las zampoñas, las quenas, el charango y el cajón. Lo disfrutan tanto como yo y nos divertimos mientras la gente nos observa en un escenario.
Nuestros juguetes son sonidos. Los sonidos del Perú ahora son tocados por manos orientales y occidentales. Esto es Sonidos Vivos, hombres en un patio de juego".
Lucho Quequezana
Read more...
Entradas
